REFLEXIONES EN LA BISAGRA: Accidentes en vacaciones, por Vicent M.B.


No tengo muy claro cómo enfocar lo que voy escribiendo aquí, ni hoy ni a medio plazo. O me he fundido directamente el cerebro en el último año y medio, o por una vez me estoy tomando las vacaciones en serio y tengo la materia gris al ralentí. Estoy vago, muy vago. Y me da mucha pereza pararme a pensar en cómo quiero plantear algo. En qué voy a contar, cómo lo voy a estructurar o desde qué visión lo quiero narrar.
Debería estar en la playa, así de claro, la tengo a 5 minutos de la casa donde escribo esto. Y me han contado que está llena de italianas. Y yo estoy aquí, con riesgo severo de hemorragia emocional a las 10 de la mañana. Estupendo. Al final va a resultar cierto aquello de que el oficio de escritor es el dolor, es la alegría (sea de noche, sea de día).
El estar desenchufado mentalmente, además, conlleva riesgos, y no solo el hecho de que al sentarte a escribir salga un pan como unas hostias. Esto, al fin y al cabo, es divertimento. El problema serio es que sentarme a reflexionar ni que sea un poco sobre mi vida me cuesta lo mismo o más que pensar en cómo estructurar el texto que venía a escribir. Es decir, que a día de hoy no hay nada claro. Y eso conlleva que cualquier día la vida me atropellará. Llegará una ocasión de hacer algo, de salir del letargo (y de la lista de los-casi-5-millones) y allá que me tiraré sin la debida reflexión. Y hacer tonterías irreflexivas puede ser divertido, pero a cierta edad ya cansa.
Y lo más jodido de esta situación no es el hecho en sí. No. Lo peor es que soy consciente de ello. Porque estar cruzando la calle y que te arramble un tranvía, pues oye, es puñetero. Pero lo que es más inquietante es estar plantado en medio de la carretera, de pie y de frente al tráfico y ver como, efectivamente, se acerca un camión. Y mientras tanto, estar haciendo una disquisición muy profunda sobre el hecho del atropello: "Anda, que me va a pillar" "Joder, sería cuestión de hacer algo" "Pero no son horas, que acabo de desayunar y ayer me pasé con la ginebra" "Sic transit, gloria mundi" y todo eso. Tener plena conciencia del peligro y no hacer nada para evitarlo. Eso no es ser un punk. Eso es ser directamente gilipollas. Tuve una sensación parecida hará unos 3 años. Una noche, no viene a cuento cómo, acabé cargado de tinto con una muchacha en la barra del bar de un amigo suyo, gay para más señas. Con la escasa lucidez que me quedaba, comprendí que la chica me andaba rondando. El problema era que no me atraía en absoluto. Y ahí fue cuando vi claramente que, si me tomaba una copa más, lo iba a reconsiderar. Y me tomé la copa. Y me descubrí esclavo del alcohol y de mi polla, no sé en qué orden. Y, como decía, el problema no es serlo. Al menos, no el problema más grave. El más grave es saberlo a priori y no hacer nada para evitarlo. Y venga, para adelante con todo.
Mientras la vida vaya rodando con -relativa- normalidad, una actitud así tampoco va mal. Desde los clásicos (Collige virgo rosas) hasta Fuster, que exhortaba a hacer uso y abuso de la juventud, se ha hecho apología del disfrute de la inmediatez y los años mozos. Y siguiendo esos sabios consejos, uno se puede dejar arrastrar a una espiral de hedonismo hasta despertar una mañana en un feliz posmodernismo vital: se acabaron los dramones emocionales, eso es de poetas y adolescentes. Ya no hay lugar para aquellas temporadas de miradas nubladas y tripas revueltas. Ya no buscas miradas dirigidas a otros para robarlas. Olvidas lo que es odiar a otro hombre o sentirte despechado. Es el fin de la historia (de tu historia), se acabaron las revoluciones y lo único que queda es encontrar la mejor gestión de la cotidianeidad: buscar quien te garantice mayor grado de confort emocional, cocinar los fines de semana y comprar un periódico my gordo el domingo. No está mal del todo.
Pero como todo lo que parece estable, un día se rompe. Y reencuentras viejas sensaciones. Y descubres cómo brota el odio hacia otro hombre cuando aquellas miradas que tanto conoces son para él, y no para ti. Y vuelven las tripas revueltas a cualquier hora del día, y el comportarse como un auténtico gilipollas. Anda! Qué pasó? Pues que parece que realmente la vacuna contra esto no existía. Que a lo mejor ir de kleenex por la vida tampoco era tan buen plan. Y ahora te vuelves a sentir en el mismo sinvivir, agravado por múltiples motivos, el más importante de los cuales es, no lo olvidemos, que tu vida está completamente desestructurada.
Y que eres tan vago, y te has tomado las vacaciones tan en serio, que no te apetece ni tomar decisiones, ni bastir tu vida, ni hacer nada que no sea dejarte llevar vida abajo.

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