REFLEXIONES EN LA BISAGRA (Mayo 2011): Introito: Captatio benevolentiae



Reflexiones en la bisagra
Introito: captatio benevolentiae
Vicent M.B. – Mayo  2011 –

Tengo 30 años. En realidad me faltan unos meses para llegar, pero es cuestión de ir haciéndose a la idea. 30 tacos, número redondo. A mi edad, mes arriba, mes abajo, Lennon había disuelto los Beatles, Dirac era catedrático Lucasiano (como Newton o Hawking) en Cambridge, Mahler ya había escrito su primera sinfonía y Pelé había ganado tres copas del mundo. A otros, como Morrison o Hendrix, todavía les sobraron casi 3 de los años que tengo para escribir algunas de las páginas más legendarias de toda la historia del R&R.
Tengo 30 años, lo voy a repetir una vez más para mentalizarme. Una edad que no sirve como símbolo de nada. Es un hito muy silencioso. Los treintañeros estamos callados, nos da vergüenza gritar desesperación alguna. No tenemos la buena prensa de los mocosos de 16 años, con todo el mundo en su contra, con tantas ganas de hacer cosas sólo porque no pueden hacerlas. No, no la tenemos, y además todo aquello que no hacemos lo dejamos de hacer porque nos da la santa gana. Tampoco se ven en los dominicales de postín artículos sobre crisis de los 30 alguna, como se encuentran de la tan cacareada de los 50. Seguramente porque nos queda dignidad para no ir llorando por la esquinas. O eso, o que todavía se nos levanta. Y sin embargo, a mis 30 años estoy
asistiendo al colapso del esquema que creé al final de la adolescencia. Todos los objetivos inmediatos, los acunados en el cortoplacismo, están cumplidos. He acabado una licenciatura y he escrito una tesis doctoral. He vivido más de 4 años en una ciudad de las que no duermen con un sueldo suficiente para pagar mis vicios (baratos, por otra parte). He vivido un terremoto a más de 4000 metros en una isla en medio del Pacífico. He satisfecho las expectativas sexuales que me había propuesto y he cubierto más que
satisfactoriamente las fantasías que me hubiera podido crear. Me toca asistir cargadito de cinismo y descreimiento a no menos de 5 bodas de buenos amigos al año.
 
Básicamente, puedo resumir mis últimos años de vida en que he hecho lo que me ha dado la puta gana.  
Pero lo he hecho por inercia. No había nada premeditado en ello. Al acabar el colegio, había que ir al instituto. Al salir de este, ya tenía claro a qué facultad acudir, y desde el primer año en la universidad supe que quería al menos empezar una carrera investigadora, pasármelo bien, tener una banda de rock y acumular sexo, primero del modo que fuera y después más selectivamente.  
Y ya está hecho, ¿ahora qué?. De momento, ordenar reflexiones, vivencias y anécdotas. No sirve de nada. Pero mantiene la cabeza ocupada, y eso ahora mismo se hace imprescindible. Porque, para redondear el bodegón que vengo pintando, mi culo de doctor con un máster y dos idiomas extranjeros está ahora mismo en el paro.



Viendo la cara que pone el señor que sale aquí arriba, nadie tendría arrestos para decirle que no repitiera lo que ha hecho justo antes de que los fotógrafos le invitaran amistosamente a seguirles. Seguramente, él mismo no estaría muy contento de lo que le había pasado. Pero no podría jurar que no volvería a hacerlo. Algo así siento ahora mismo. Aquí mismo, viendo mi vida en el filo de una bisagra.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA LETRA Y LA MÚSICA: Hojas de otoño (La hojas muertas), por Ancrugon

LA LETRA Y LA MÚSICA: Castillos en el aire, de Alberto Cortez, por Ancrugon

CLÁSICOS DIVERTIDOS: El fantasma de canterville, de Oscar Wilde, por Ancrugon