ÉRASE UNA VEZ: Leyendas de Bécquer, por Ancrugon
Durante el Romanticismo se liberó la imaginación de los opresores límites impuestos por el Neoclasicismo, por ello, el artista, ser individual, único e irrepetible, inconformista y severo crítico del momento social que le tocaba vivir, buscaba sus horizontes creativos más allá del tiempo y el espacio que habitaba. De esta forma se vuelve la vista hacia una Edad Media idealizada, donde los caballeros representaban las virtudes más loables del ser humano: valor, generosidad, fuerza, inteligencia…, y el amor cortés recuperado del olvido, imposible y platónico, encendía la imaginación enfermiza de amantes masoquistas que morían por la blancura de unas damas puras y casi trasparentes quienes rayaban casi la inexistencia, porque ellas simplemente eran la escusa, lo importante era amar… Aquel periodo y una colección de lugares impenetrables, salvajes, casi vírgenes, de formas retorcidas creadas por el dolor y las lágrimas, y envuelto todo por el manto oscuro de la noche, fa