PALABRAS DE MALA PRENSA: Rechazo, por María Elena Picó Cruzans
No existe
palabra que no nos conecte, aunque sea un ápice, con la esencia de lo que
somos. No hay palabra desocupada e innecesaria. No obstante, a veces, las
denostamos, quizá porque nos reflejan en exceso.
La
Literatura y la Gestalt me han enseñado a rescatar las palabras de “mala
prensa”. Y a darles un lugar entre las líneas de mi vida.
Esta
página pretende ser integradora de “palabras de mala prensa”. Puedes participar
en ella escribiendo sobre alguna que hayas “rescatado”: palabras “salvadas”.
Podemos asomarnos juntos al otro lado de las palabras.
Sobre
esta tendencia del ser humano a distanciarnos de aquello que no deseamos que
sea visto (bien guardándolo en un trastero poco (o nada) iluminado o
vistiéndolo de ropajes carnavalescos) trata extensamente la Literatura y la
Gestalt.
La
Literatura nos da cuenta de ella en “La
vida de Lazarillo de Tormes” (publicado por primera vez en 1554) :
“Y
acuérdome que estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como
el niño vía a mi madre y a mí blancos, y a él no, huía dél con miedo para mi
madre y, señalando con el dedo decía: “¡Madre, coco!”. Respondió él riendo:
“¡Hideputa!” Yo, aunque bien muchacho, noté aquella palabra de mi hermanico y
dije entre mí “¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros, porque no
se ven a sí mismos!”.
Comienzo haciendo referencia a una de las
palabras, cuyo rescate me resultó conmovedor.
La pude integrar en mi vida después de que Galdós la utilizara como
título en una de sus novelas: “Tormento”. Desde que leyera su novela, ya nunca
la he vuelto a pronunciar de igual manera.
Yo, hoy, quiero rescatar la palabra “rechazo”.
La Gestalt la llamaría “proyección” (colocamos en el otro algo que es nuestro y
que, por alguna razón, no podemos mirar ni sostener; le damos a lo que está
fuera una parte de nosotros mismos). Como hace el hermanastro de Lázaro, en
ocasiones, nos puede resultar ajeno algo tan propio como el color de nuestra
misma piel. Nos asustamos del otro y de lo que nosotros somos. Y dejamos de
tener contacto con ambos. Reconocernos en el otro (recuperar la proyección)
puede ser algo traumático y doloroso, pues no existe dolor más terrible que el
de nuestra propia herida.
Y
así, “rechazo” alcanza su mala prensa, tanto como “enemigo”.
Quiero
rescatarla. Acepto la invitación del “enemigo”, acepto en el rechazo la
oportunidad de recuperar algo que me pertenece, y que me constituye íntegramente.
Más a menudo, cuando insulte a alguien, cuando alguien me produzca un especial
enojo o despierte en mí un sentimiento de rechazo... me daré unos minutos para
escuchar de su silencio la invitación a apropiarme de lo que es mío. Aceptaré
la generosidad que me brinda el “enemigo”.
(Sin
olvidar nunca que, a veces, una mancha tan sólo es una mancha).
En
ocasiones el rescate de palabras puede ser sorpresivo e inesperado. Se trata de
permanecer alerta para poder aceptar la invitación que nos ofrecen.
Escribí
la palabra “masturbación” en mi libreta de clase y, rápidamente descubrí por
qué era una palabra tabú. (Ni siquiera hemos inventado un eufemismo para
nombrarla).
Junto
con los apuntes del sintagma nominal, el texto argumentativo y las fechas de los
últimos exámenes, quedaba francamente como un sacrilegio. Al mismo tiempo me di
cuenta de que era una palabra cargada de un “gran significado”, y que no
lograba pasar desapercibida en mi libreta. Me di cuenta de que existen palabras
que tienen el honor o la desgracia de poseer un “gran significado”, y que casi
siempre son relegadas de nuestra cotidianeidad. Dejamos de pronunciarlas, y
cuando las arrastramos desde el olvido son como conjuros que despiertan los
silencios. Las convertimos en palabras solitarias que acaban dándose placer a
sí mismas.
Esta
palabra, asiduamente arrinconada, me la rescató ya hace tiempo un amigo cuando
dijo que “La escritura y lectura de la
poesía es como la masturbación: se hace en la más estricta intimidad”. Cierto
es que el contexto era intempestivo por la hora y otros elementos, que no
vienen al caso; pero me dejó perpleja que la palabra “poesía” y “masturbación”
compartieran frase.
Desde
aquel momento, desde aquel rescate convivo con la imagen de que la poesía es la
masturbación del alma.
Words
Don't Come Easy F.R., David
Participación
Desde
esta página te animo al rescate de cualquier palabra. Puedes revelarnos los de la Literatura o
puedes contarnos tus propias experiencias. En esta página podemos descubrir
juntos que las palabras tienen significados que al rescatarlos nos devuelven
una parte de lo que ya somos. Podemos recuperar la voz interna que le dice al
niño frente al espejo: “Ése de ahí eres tú”.
Alejandra Garnes
Tarazona ha escrito:
7 de abril 2011
Quería apuntarme al rescate de palabras de mala prensa y
saber lo que la gente considera palabras feas y bonitas, así que busqué
palabras que otros consideran como palabras feas y palabras bonitas, y me
encontré con estos ejemplos:
Palabras feas: guerra, hambre, odio, miedo, angustia, olvido, soledad, mentira, ambición, dolor.
Palabras bonitas: amor, amistad, cariño, esperanza, aceptar, paz.
Si nos paramos a pensar, las palabras en sí no son feas, pero todas están relacionadas con un significado que puede gustarnos o puede representar algo negativo para nosotros.
Pero si una persona no sabe español, puede pensar que las palabras "odio" o "miedo" suenan bien.
Yo quiero rescatar la palabra "olvido" que significa no recordar algo. En realidad, muchas veces necesitamos "olvidar" cosas desagradables que nos pasan, porque las buenas las recordamos siempre, así que quiero rescatar esta palabra porque para mí tiene un significado positivo.
Podemos hacer lo mismo, pero al revés, porque si pasamos al lado de las palabras de buena prensa, nos encontramos con palabras como: "aceptación" y "amistad".
La palabra "aceptación" nos da a entender que admitimos a alguien o algo, pero si "aceptamos" a alguien, es porque puede suponer una molestia. De hecho, entre los sinónimos de una palabra bien considerada como "aceptar" he encontrado más palabras de mala prensa: soportar, transigir, someterse, comprometerse, obligarse, así que esta palabra no tiene tan buena prensa como algunos piensan.
Palabras feas: guerra, hambre, odio, miedo, angustia, olvido, soledad, mentira, ambición, dolor.
Palabras bonitas: amor, amistad, cariño, esperanza, aceptar, paz.
Si nos paramos a pensar, las palabras en sí no son feas, pero todas están relacionadas con un significado que puede gustarnos o puede representar algo negativo para nosotros.
Pero si una persona no sabe español, puede pensar que las palabras "odio" o "miedo" suenan bien.
Yo quiero rescatar la palabra "olvido" que significa no recordar algo. En realidad, muchas veces necesitamos "olvidar" cosas desagradables que nos pasan, porque las buenas las recordamos siempre, así que quiero rescatar esta palabra porque para mí tiene un significado positivo.
Podemos hacer lo mismo, pero al revés, porque si pasamos al lado de las palabras de buena prensa, nos encontramos con palabras como: "aceptación" y "amistad".
La palabra "aceptación" nos da a entender que admitimos a alguien o algo, pero si "aceptamos" a alguien, es porque puede suponer una molestia. De hecho, entre los sinónimos de una palabra bien considerada como "aceptar" he encontrado más palabras de mala prensa: soportar, transigir, someterse, comprometerse, obligarse, así que esta palabra no tiene tan buena prensa como algunos piensan.
Comentarios
Publicar un comentario